LECTURAS



EL PRIMO DE SUPERMAN (por Lucas Guillén García)
Mi amigo, o como a mí me gusta llamarle, el Primo de Superman, es un chaval de tan solo doce años, y no tiene súper poderes, o al menos, no súper poderes de esos de las películas.

He llegado a la conclusión, tras haber compartido pupitre con él durante tres años, que lo que mi compañero consigue es increíble, algo impensable para la mayoría de los que poblamos las clases. Yo intento seguir su ejemplo y, aunque cuesta, (¡vaya si cuesta!), estoy en ello y, poco a poco, voy haciendo mis pequeñas conquistas. Sigo la formula que él un día me contó, que dice que le enseñó su abuelo; y que no es otra que la de luchar por la satisfacción de hacer las cosas lo mejor posible.

Algo de esto le comenté el otro día a mi hermano mayor, el cual me contestó: “¡pero ¿qué me estas contando?!”. Yo, como haría El Primo de Superman, intenté no enfadarme. Si es que tantas horas delante de la Tablet y el móvil no pueden ser buenas…

Bueno yo a lo mío, como quería hablar de este gran personaje con alguien y no sabía con quien, me he atrevido a aprovechar esta redacción de clase para presumir un poco de amigo:

Este gran personaje, comienza el día levantándose con tiempo y lleva a cabo los preparativos para empezar bien el nuevo día. Sin prisas pero ágil arranca su mañana; lo primero es no remolonear, o por lo menos, prohibido hacerlo los días de colegio, que luego se pega la hora y es agobio y son problemas. Me cuenta mi amigo que tiene un despertador y cada noche lo pone a punto a conciencia, a modo de ritual, para que suene a la hora precisa.

También cada mañana, hace el pensamiento de intentar sonreír a la vida, pues dice que haya lo que haya que afrontar durante el día, es infinitamente mejor elegir hacerlo de buen humor.

Un claro ejemplo de esto es el problema que tienen en su casa con la caldera, la cual al parecer se estropea bastante a menudo. Sus padres dicen que una nueva cuesta demasiado y que, de momento, hay que posponer la compra por cuestión de prioridades.

Debido a ello, llevan 4 meses conviviendo con las duchas de agua fría. Solo el primero que utiliza el baño disfruta de agua medio tibia.

De esto nos enteramos un día que estábamos muertos de frío en el patio, mientras a él no parecía afectarle.

- ¿Tú no tienes frío o qué? - le preguntó otro compañero.

Dijo que no mucho, y divertido, nos contó que quizá fuese porque se duchaba con agua fría. - ¡Venga ya! - dije yo

- Es verdad, al principio me costaba un poco bastante, pero ahora hasta me gusta; cuando me meto aprieto los dientes y luego ya me voy acostumbrando, ¡y te quedas nuevo! aunque algún grito a veces se me escapa…- explicó entré risas

Ya lo he dicho antes: El Primo de Superman.

Es reseñable también el cómo trata a su hermano pequeño, sobre todo por la mañana, que es cuando más cuesta.

Un día, tras haberme quedado a dormir a su casa le dije: - ¡Madre mía! tu hermano parece un rabo de lagartija, no sé cómo le aguantas, ¡qué pesado! -

- A veces parece que ha pisado un cable, sí - me contestó - pero hermanos solo tengo dos, son mi familia más cercana e intento tratarlos de la mejor manera posible. Me armo de paciencia, y cuando se me acaba esta paciencia, le pido un poco prestada a mi madre, que siempre tiene de sobra. Trato de cuidarles mucho, sobretodo al pequeño. Paciencia y delicadeza, dice mi madre, y así lo intento, supongo que es como a mí me gustaría que me tratasen si tuviese 7 años -

También he pensado bastante en este tema y la verdad es que, aunque cuesta, estoy intentándolo, y el esfuerzo merece la pena. Mi madre me ha dicho que ha notado mucha mejoría, que no sabe lo que ha pasado, pero que le gusta mucho como estoy tratando al peque. Además, ahora, este peque, todas las noches se mete un rato en mi cama y noto que ha crecido mucho su cariño. Aprovecho estos momentos antes de dormirnos para contarle alguna historia o algo que le ayude con sus miedos. Siempre solemos acabar haciéndonos cosquillas y nos echamos unas risas que no tienen precio.

Míralo, aquí viene; hora de irse a la cama.

Creo que ya me he extendido bastante. Aquí lo dejo, deberes cumplidos, espero. Un placer presentar a mi gran amigo y su influencia en mi persona.

Mañana igual escribo otro poco.

Firmado: El amigo del Primo de Superman.


LECCIONES DEL BOSQUE MEDITERRÁNEO (Adaptado del texto original de Miky Moreno Paniagua)

La semana pasada much@s amanecíamos desconcertados. Un desconcierto que viene fraguándose a través de la observación de los diferentes acontecimientos que se están dando en el panorama social y político a estas alturas.

Yo tengo mi personal y sesgada teoría. Esta teoría solo está basada en mi experiencia y observación limitada por mi breve paso por la vida.

No soy el más adecuado para hablar de política pues no es una de mis áreas de especialización, ni siquiera me interesa especialmente.

No pretendo convencer a nadie y adelanto de antemano que mi criterio como humano semi-ruralizado que vive en la sierra de Madrid entre tambores, niñ@s, jaras y perros, es parcial.

Sí me interesa. como ser social y como padre, encontrar vías para la convivencia pacífica y respetuosa, donde poder educar.

Fantaseo con la existencia de un marco de armonía donde tod@s podamos criar a nuestros hij@s y donde ellos y nosotr@s podamos desarrollarnos integralmente. Fantaseo en que lleguemos a ser adultos equilibrados, responsables y lo más felices posibles dentro de la ya de por sí intensa experiencia humana.

En muchos colegios, en un intento de enriquecer un sistema educativo obsoleto están poniendo en práctica programas de resolución de conflictos.

¿En alguno de estos programas se habla de defender nuestra postura a ultranza? ¿O por el contrario se estimula el diálogo y a comprender a las otras partes?

Cuando descalificamos las creencias de alguien estamos amenazando su identidad, todo lo que conoce. Así es lógico que se den reacciones de ataque, justificadas por el intento de supervivencia de lo que creen ser.

Aunque siempre duele presenciar la hipocresía y la mentira me pregunto ¿hasta qué punto es consciente y una opción elegida? ¿O hasta qué punto es fuente de la ignorancia y la inconsciencia?

A un niño que descubrimos mintiéndonos una vez más ¿será más educativo pegarle y humillarle por mentir o será mejor explicarle por enésima vez las consecuencias y volver a depositar nuestra confianza en que la próxima vez lo hará con mayor responsabilidad?

¿Qué efectos a largo plazo producirá una u otra alternativa?

Me han surgido estas y otras muchas preguntas…

¿Hacer más de lo mismo nos puede llevar a un resultado diferente?

Resuena en mi mente la frase de Albert Einstein “ningún problema puede ser resuelto en el mismo nivel de conciencia en el que se creó”.

¿La empatía pasa por comprender el modelo de pensamiento del otro? ¿o basta con que el otro acepte el mío?

Cansado, tras tanto reflexionar, he decidido darme un paseo por un bosque cercano a mi casa. Había pinos, había encinas, robles, fresnos, incluso algunos enebros. Entre medias crecían jaras, y entre las jaras, romero, tomillo y escaramujo. A lo lejos he visto chopos y olmos. Volviendo, un madroño.

No he visto a ninguno de ellos preocupado porque el de al lado no creciera.

Se limitaban a crecer ellos mismos.




UN ABUELO FUERTE ( Por Lucas Guillén García)
Esperando con la bici a que mi amigo llegase, vi que cruzaba la carretera de Galapagar un hombre sin camiseta y con bastón, el cual no apoyaba. Su piel tostada y su porte firme llamaron mi atención. Aburrido por la espera, me quedé observando cómo pasaba con ritmo decidido e ímpetu al caminar, desapareciendo enseguida por el camino hacia El Campillo.

Pasados unos minutos llegó mi amigo y prestos nos metimos en vereda; pasando entre fincas de vacas, viandantes y otros ciclistas, con La Sierra de Guadarrama de fondo. Llegados a la Casa de las Cigüeñas, paramos a observar tan entrañable paraje. Íbamos a reemprender la marcha, cuando hizo aparición de nuevo el protagonista de esta historia.

- ¿Ya está aquí...? - pensé sorprendido, parecía difícil que ya nos hubiese alcanzado. Saludó simple y llanamente;

- Buenas tardes. A lo que nosotros mecánicamente respondimos los mismo.

Entre sorprendido y curioso, me quedé observándole... E hizo algo curioso; llegó hasta la valla de la finca, la tocó, oteó el paisaje, respiró un par de veces de manera reflexiva y dio la vuelta deshaciendo el camino por el que había venido.

Yo, amigo de interactuar con lugares y personas, espontáneamente, le interpelé: - ¡Lleva usted buen ritmo!

El hombre, con cierto efecto teatral, se quedó parado, esperó unos instantes y con la calma y seguridad que supongo que dan los años, dio la vuelta acercándose a nosotros y apuntándonos con el bastón nos preguntó:


- ¿Cuántos años crees que tengo?
La originalidad del momento nos sacó una sonrisa, con cierta perplejidad contesté:



- No sé.... ¿Setenta? Henchido de orgullo dijo:

- Ochenta y cuatro, y aquí sigo, dando guerra.

No sé muy bien como enganchamos conversación, pero fue entrañable e inspirador. Había algo en él mágico, que atraía, un talante en los gestos que, ayudados por el bastón; hipnotizaban. Una energía segura y serena que te hacía querer seguir escuchando.

- Yo de esto y de esto, sé poco. Explicaba mientras hacía gestos de beber y fumar.

- Siempre he sido más de buen deporte.... Y de mente sana que es la que trae buenas ideas. Antes esto era más duro, ¿sabéis? Desde los 14 años he sido charcutero. Llevo toda la vida tratando con gentes y hoy en día a los cuarenta parece que tienen el doble, y es que hay demasiada mala vida... Así como los buenos hábitos se premian, los excesos, por supuesto, se pagan

Continuaba, como si le hubiésemos dado cuerda:

- Sigo yendo por la carnicería y las madres allí me cuentan unas cosas que en mi época yo no sé.... Unas tonterías; el botellón ese, todos los fines de semana, por sistema... Pero, ¿esto qué es?... Hay que cuidarse ¡hombre! que luego vienen mal dadas, ¡y van a venir! Sino a uno enseguida le flaquea todo y te


derrumbas a la mínima. En mi generación, hasta los 50 o 60, o incluso más, aguantábamos bien. Luego ya uno se hace viejo, claro, y la cosa va cambiando. Pero vamos, que cuerda hay para rato en la vida.

- Mira, ¿ves esto de aquí? Nos dijo señalando una cicatriz que le cruzaba media pierna por el eje vertical.

- Cincuenta grapas, rotura de (no sé qué...). A los pocos días ya estaba queriendo salir a caminar de nuevo. Los médicos me decían: tiene usted la carne muy dura... y yo les respondía: ¡Eh! que soy viejo pero fuerte. ¿Cuándo me dan el alta?

- A mí el sofá me ha gustado, pero con moderación. Continuaba:

- Hay que salir, hay que hacer... ¡Hay que vivir!

Estábamos encantados con el encuentro, el señor no paraba de soltar perlas, era digno de ver: gafas con una pequeña rotura en el cristal, pelo hacia atrás a la antigua... Todo en él desprendía simpleza y autenticidad.

De manera natural la conversación se fue acabando y nos despedimos. Antes de empezar a pedalear de nuevo, le grité, por último:


- ¡Intentaremos llegar a los ochenta como usted!
Levantando el bastón, ya caminando y sin darse la vuelta, exclamó:



- ¡Pues ánimo y ya sabéis!

Una de esas anécdotas/lecciones/ejemplos que a veces te deja la vida. La cual nos hizo reflexionar sobre si los jóvenes y los no tan jóvenes de estas otras generaciones llegaremos a desarrollar carismas y fortalezas parecidas a las de nuestros abuelos/as. Curtidos en un siglo movido donde los haya habido; sobreviviendo a una guerra civil, una posguerra, una dictadura y a una convulsa apertura democrática.

Mucha atención tendremos que poner en esto de experimentar y aprender de la vida.




RUMORO INSALUBRIDAD (Por Lucas Guillén García)
Desde nuestra organización estamos llevando a cabo esta necesaria reflexión, la cual también es importante aplicar a otros ámbitos como el familiar o al de la sociedad en general. Y más teniendo en cuenta los tiempos de confusión y sobreinformación que corren:

¿Cuánto daño hacen a las personas, organizaciones y sociedades aquellas informaciones de dudosa veracidad que circulan por allí y por allá, carentes de juicio, filtro y ética?

Personas u organizaciones que, por malicia o incontinencia verbal, airean informaciones falsas, o posiblemente verdaderas en algún punto pero que, tras ser perturbadas por el velo de la subjetividad y los intereses de cada uno, lo que sobre todo hacen es contaminar entornos, procesos y personas. Dando lugar así a una espiral de prejuicios y conflictos que nada tienen que ver con lo verdaderamente esencial, el buen hacer o la felicidad de nuestras comunidades y familias.

Y es aquí cuando el termino prudencia entra en juego en una de sus acepciones más beneficiosas, pues antes de hacer correr información o comentar, deberíamos plantearnos si el hecho de hacerlo contribuirá positivamente al seno de una organización, familia o sociedad. Si no es así, es un virus. Un virus que no hará otra cosa que ayudar a enfermar, en mayor o menor medida, a nuestros contextos vitales.

Encontramos un cuento muy esclarecedor al respecto:

En la antigua Grecia, alguien vino a contarle al viejo filósofo: - ¿Sabes lo que acabo de oír sobre tu amigo?

- Un momento, - respondió el filósofo - antes de que me lo cuentes, me gustaría hacer la prueba de los tres filtros. Es menester hacerla para cualquier cosa que se cuente o se escuche sobre los otros. El primer filtro es el de la verdad; ¿has comprobado si lo que me vas a decir es verdad?

- No, sólo lo escuché.

- Bien, así que no sabes si es verdad. Continuemos con el segundo filtro, el de la bondad. Lo que quieres decirme sobre mi amigo, ¿es algo bueno?

- ¡Ah, no! al contrario.

- Entonces, - cuestionó el sabio - quieres contarme cosas malas acerca de mi amigo y ni siquiera estás seguro de que sean verdaderas.

Tal vez aún pueda pasar la prueba del tercer filtro, el de la utilidad. ¿Es útil que yo sepa lo que me vas a decir de este amigo?

- No, la verdad es que no mucho...

- Entonces, - concluyó – si lo que ibas contarme no es una certeza, ni es bueno, ni útil; ¿por qué querías decírmelo?


Está a nuestro alcance, tanto siendo emisores como receptores de información, el mejorar nuestras organizaciones, relaciones y sociedad en general.




EL NUEVO, HISTORIA DE UN CHICO DIFERENTE (Por Lucas Guillén García)

Hoy ha llegado al colegio un niño nuevo y se ha sentado a mi lado. No sé su nombre. Sus ojos son como de miedo y sorpresa. La profesora se ha puesto a dictar problemas de matemáticas y apenas le he vuelto a hacer caso.

Cuando ha sonado la campana del recreo, hemos salido todos en estampida, todos, menos el chaval este nuevo, que creo que se llama Antonio. Jugando al futbol, me he olvidado de su existencia, pero al final le he visto sentado a los pies de un árbol, tranquilamente, terminándose su bocadillo. Hemos vuelto a clase, y todavía no he cruzado palabra con él.

Le observo, pero no sé qué decirle...

¿Se quedará a comer en el colegio?, creo que le voy a decir que tiene que darse prisa para ponerse a la cola del comedor, sino te quedas sin lo mejor, el postre rico, que últimamente sustituyen por manzanas cuando se acaba... (aquí pondría un emoticono de cara de asco, pero no puedo hacerlo en una redacción para clase de lengua)

Todos rápido hemos llegado al comedor, he mirado hacia atrás y no he visto al nuevo, ¡bueno que más da! a lo mejor no se queda en el comedor, pero luego al rato, le he visto entrando tarde y he pensado: ¡que más da! tampoco es mi problema, ya espabilará...

En los días que Antonio lleva en nuestra clase, he observado que no se relaciona mucho, no participa activamente en clase, no juega con nosotros, no se mete en jaleos... Llega al comedor cuando todos estamos sentados; se pone a la cola, ya por entonces inexistente, y le sirven en su bandeja lo que hay (o lo que queda) y siempre parece como feliz. No lo entiendo. Tengo que saber qué piensa, qué le gusta, a qué dedica su tiempo libre... Es un chaval de lo más peculiar.

No encuentro el momento para hablarle. Solo me he dirigido a él para pedirle un par de veces la goma o una hoja de papel. Todo me lo deja con una sonrisa.

Hoy es el día, estoy bastante rayado, me he peleado con un niño de 6o en el recreo; una tontería, siempre es lo mismo. Hoy no jugaré más al fútbol, he decidido que voy a hablarme con Antonio.

Cuando toca la sirena para ir al comedor, veo que Antonio recoge todas sus cosas lentamente, las mete con cuidado en su mochila, la cual siempre está perfectamente colocada al lado de su mesa. Coloca su silla. Miro hacia alrededor y veo que el resto de pupitres están bastante descolocados. Salimos tan rápido a comer... Él no. Él coloca todo bien y se encamina tranquilamente hacia el baño. ¡Qué diferente!

Pienso, ¿Qué pensará que estoy haciendo? Anda con lentitud, parece que no tiene hambre ni prisa. Mis tripas rugen. Hace minutos que debería estar en la cola del comedor...

Antonio, el nuevo, llega por fin a coger su bandeja, y yo detrás. Solo quedan en la fila un par de niños que han sido castigados. Me coloco detrás suyo. Quiero hablarle, pero no sé cómo empezar. Presiento que me quedaré sin postre, pero me da igual, estoy decidido a hablarle.

- Hola Antonio - le digo. Él mira hacia atrás y solo con cómo me mira y sonríe, comprendo que he hecho bien, y que voy a ser su amigo.





TRIUNFOS BARATOS, FRACASOS CAROS ( Por Lucas Guillén García)
El otro día llegaba a nuestras manos La auténtica felicidad un interesante libro que habla, entre otras cosas, sobre las malformaciones emocionales que esta sociedad acomodaticia crea en las personas. Su autor lleva a cabo un interesante razonamiento sobre cómo la complaciente educación, a la que se tiende cada vez más, puede llegar a generar patologías conductuales que dificultan la construcción de personas sanas y fuertes.



En una de sus reflexiones, Martin Seligman (2002), psicólogo y escritor del libro, explica este hecho de la siguiente manera:

Los niños necesitan errar, necesitan sentirse tristes, inquietos y enfadados. Cuando impulsivamente los protegemos de los errores les privamos de aprender.

Al escudarlos de sentirse mal hemos dificultado el sentirse bien y experimentar fluidez.

Al evitar en los niños sentimientos de fracaso, hacemos que tengan mayores dificultades para logar dominio.

Al intentar suavizar sobremanera la tristeza, la frustración y la angustia, justificadas por la situaciones y problemas cotidianos de su pequeño mundo, se corre un riesgo elevado de originar una depresión injustificada.

Al fomentar un triunfo barato, se producen fracasos muy caros.

La verdadera pericia de la familia, como maestra emocional, será encontrar ese preciado equilibrio entre el acompañar asentando raíces poderosas, y no caer por ello en la sobreprotección. Así luego, cuando vengan vientos fuertes, propios de edades más adultas, lograrán sostenerse por ellos mismos, con los recursos necesarios para pasar tormentas y crecer, sin trastornarse, a través de estas.

Se me vienen a la cabeza aquellas aleccionadoras palabras del alpinista Carlos Soria (véanse logros, trayectoria y edad) al que escuchamos decir en una entrevista aquello de: “en esta vida hay que forzar un poquito, hay que intentar ir un poco más allá, que allí donde se requiere esfuerzo y presión, se forjan los diamantes de la vida” ...

Importante tarea será para los educadores, inculcar, de manera gentil y largoplacista, este preciado espíritu.








EL COLILLAS (Por Lucas Guillén García)

El Colillas se crío en la postguerra de una Extremadura fértil a la par que pobre y devastada. Se le inculcaron valores de trabajo esfuerzo y sacrificio y él los aliñó con una personalidad cariñosa y amable. El resultado fue una pequeña fortuna compuesta por una nutrida y unida familia y varios campos llenos de frutos y tareas agrícolas.

Como su proactividad y ganas le daban mucho de sí, también se permitía tener una rehala de perros que llevaba cuando “algún importante” le contrataba, como no podía ser de otra manera, era de las jaurías más cotizadas. Cuidaba a los animales de una manera especial, y, por supuesto, de las personas que contaban con él y con ellos.

Le conocimos sentado en su puerta de su barrio judío, una humilde pero bonita casa, de las antiguas, donde se había criado y no quería moverse, llena de flores y encanto. Íbamos un poco perdidos preguntando por una buena pradera para instalarnos y hacer vivac, y así dimos con él.

Como se levantaba muy de madrugada, siguiendo el típico horario de un cultivador, ya había acabado su vida multitarea y veía la vida pasar sentado en su puerta. Desde allí nos dedicó sin dudarlo un preciado tiempo y atención, tanto fue así que parecía no acabar nunca la conversación; nosotros encantados...

Insistía en no dejarnos dormir al raso y nos abrió las puertas de su casa campestre, una especie de masía rodeada de cerezos, almendros e higos, con un huerto lleno hortalizas que se desbordaba. Alucinando, pernoctamos allí, era como una casa rural rudimentaria, con todo lo básico y con la nevera llena, pues era, como decía él, de los que le gustaba invitar a los amigos a ensaladas, queso y vino.

Nos pasamos dos días comiendo cosas recién recolectadas y productos artesanales, visitando aquel maravilloso pueblo, hablando y empapándonos de su gente, y hablando mucho con él, con el querido Colillas, que se dejaba caer por allí o nos lo encontrábamos por el pueblo, y nos cultivaba con su simpatía y sabiduría rural. Nos encantaba escuchar sus anécdotas e historias repletas de buenos gestos, con su bonita habilidad comunicativa y su típico acento cacereño.

Al cabo de un par de días, tuvimos que continuar camino, sobrecargados, eso sí, de multitud de productos, los cuales el hombre insistió e insistió en que nos lleváramos.

Y dijimos, algún día escribiremos una lectura contando este bonito encuentro para dejar por escrito y constatar, una vez más, que hay gente que da y confía, y que lejos de ser huraña y miedosa, conecta con la vida y las personas de una manera especial. Gente que, pese a los golpes de la vida, fluye positiva, haciendo de todo esto, un lugar mejor.



EL CANSANCIO MENTAL (por Carmen Subirama)

Gracias a nuestra poderosa mente pensamos, soñamos, ideamos, proyectamos, asociamos ideas, diseñamos, planificamos, generamos expectativas, imaginamos y recordamos. El pensamiento puede ser beneficioso o nocivo, positivo o negativo, necesario o inútil, insípido o creativo, elevado y sublime o destructor y desgarrador. Muchos pensamientos son innecesarios. Algunos surgen como tormentas que nos azotan. Si no gestionamos bien toda la actividad de nuestra mente, el cansancio mental se convierte en nuestro compañero inseparable.

Es una fatiga que provoca dispersión, pereza, falta de atención y de claridad; además, disminuye nuestra capacidad resolutiva. En cambio, cuando se está inspirado y motivado, la mente nos revitaliza y genera pensamientos creativos que suscitan energía y fuerza. En un estado creativo, los pensamientos son prácticos, poéticos y manifiestan belleza. La mente está abierta y puede ver lo extraordinario en lo aparentemente corriente.

Cada individuo genera unos 50.000 pensamientos al día, muchos de los cuales son repetitivos y mecánicos. Otras veces se da vueltas una y otra vez sobre cosas que no se pueden cambiar. Son pensamientos que suelen referirse al pasado. No llevan a ninguna parte y agotan.

Cuando se vive en un tren de pensamientos innecesarios y debilitantes, viene bien plantearse algunas preguntas que ayuden a desactivar ese mecanismo repetitivo y lleven a una reflexión más productiva y estimulante. Por ejemplo, ¿cuál es la intención que le mueve a pensar lo que está pensando? El primer paso es encontrar el propósito, porque permite darse cuenta de lo inútil de ese pensamiento y cambiar el rumbo.

Otra práctica aconsejable es intentar no utilizar demasiado los tiempos verbales condicionales, ya sean en pasado o en futuro. Por ejemplo: “Si hubiera estado ahí en esos momentos, no habría sucedido esa desgracia”. “Si hubiera tenido esa información a tiempo, habría ganado ese caso”. Cuando tenga el título seré más respetado por mis superiores”. “Cuando él cambie estaré mejor”. Como el pasado pasó y el futuro aún tiene que venir, este tipo de juicios no son útiles, debilitan y agotan. Es tan importante aprender a transformar como a no crear estos pensamientos sobre asuntos que no podemos cambiar o que no depende de nosotros que cambien. Así se estará más concentrado y se tendrá mayor claridad para tomar las decisiones adecuadas.

Deliberar en positivo no es negar la realidad, sino ser capaz de ver los problemas y tener la creatividad mental para aportar soluciones sin obsesionarse ni ofuscarse. Las reflexiones positivas fortalecen y revitalizan la mente. Suelen ser cavilaciones que se basan en valores y en apreciar y agradecer lo que se es y lo que se tiene.

"Una mente agradecida es una mente descansada"

Ejercitar la mente con pensamientos creativos revitaliza. Es como cuando se hace ejercicio físico. Caminar, correr, nadar o jugar al tenis energiza, y si acabamos cansados, se siente que es un cansancio sano. Por el contrario, si nos quedamos de pie media hora sin movernos, terminamos más cansados que si hubiéramos estado ese rato caminando. A la mente le ocurre algo parecido: si está “parada” dando vueltas a un mismo asunto, se agota más que cuando avanza con pensamientos inspiradores que abren nuevos horizontes.

En un mundo saturado de información y conversaciones que provocan ruido mental, emocional y físico, se necesita cultivar espacios internos de silencio para estar centrados. Un silencio creativo, contemplativo y generativo. Es decir, que genere positividad y bienestar, comunicación y sentido y una quietud en la cual se gesta el pensamiento transformador. Aunque uno esté en un entorno ruidoso, puede ser creador de pensamientos inspiradores como cuando está rodeado de naturaleza.

Todo mi esfuerzo debe limitarse a controlar las idas y venidas de la mente, poner la imaginación a mi servicio.

Tenemos la capacidad de crear las reflexiones que queremos. Utilicémosla más a menudo. Para ello, se debe controlar la mente, dirigirla y mantener centrada la atención. Si uno se queda atrapado en sus propios pensamientos, no tendrá poder sobre ellos. Cuando, observándolos, se logra separarse de ellos, se deja espacio, se asume el control y se pueden canalizar en la dirección que se quiera. En la práctica de meditación se aconseja sencillamente observar los pensamientos y dejarlos pasar. Llega un momento en que uno se da cuenta de que son una creación mental, una película, que uno puede dejar de crear y de seguir. Al lograr este dominio, se conecta con un estado de calma y claridad que permite crear los discernimientos de calidad que queremos. 

Una buena meditación revitaliza, nos llena de energía, barre la mente de reflexiones innecesarias y deja espacios para la innovación y la renovación mental.



CUANDO LOS OJOS NO TE DEJAN ESCUCHAR
 
(Por Álvaro Merino)​
​ ​


Corría el año 1980 cuando Abbie Conant presentó 11 solicitudes a vacantes en orquestas de toda Europa para ocupar un puesto como primer trombón. La Filarmónica de Munich accedió a escucharla junto a otros 30 aspirantes en una audición a ciegas debido a que otro de los candidatos era hijo de un miembro de la orquesta. Fue seleccionada por error ya que se pensaba que Conant era un hombre. Tan solo necesitaron escasos segundos para darse cuenta que era la persona que buscaban. De lo que no se percataron es de que habían elegido a una mujer. La tradición siempre había mostrado la incapacidad de una mujer para poder ser primer trombón de una prestigiosa orquesta. Además el trombón ha sido considerado un instrumento masculino por naturaleza, utilizado por las bandas militares. Aunque accedieron a contratar a Conant, solo tardó un año en ser degradada a segundo trombón. No se amedrentó frente a las acusaciones que el director de la orquesta vertía sobre ella acerca de su insuficiente capacidad pulmonar y fuerza física para tocar. Tardó ocho años en recuperar su puesto, teniendo que demostrar que su capacidad pulmonar era muy superior a la media de los varones.
El asociacionismo de los músicos permitió que se realizaran las audiciones de una manera más justa sin que fuera el director de orquesta quien tuviera el poder único de decisión, sino que fuese un tribunal de expertos quien seleccionara, bajo unas estrictas normas de anonimato de los candidatos y sin poder ver a los mismos durante las audiencias. ¿Qué ha sucedido? Pues que en los últimos treinta años se ha multiplicado por cinco el número de mujeres que forman parte de las principales orquestas del mundo.
Malcom Gladwell también cuenta el caso de Sylvia Alimena en su libro Inteligencia Intuitiva, quien optó por la trompa, otro instrumento “masculino” no hubiera tenido la más mínima posibilidad de pertenecer a la Orquesta Sinfónica Nacional de Washington D.C. si no se hubiera instaurado el sistema de cortinillas en las audiciones. Su escaso metro y medio de altura habría condicionado en gran medida al tribunal a la hora de seleccionarla al valorar su gran potencia para tocar este instrumento musical. De haberla visto con anterioridad, lo que sus ojos veían condicionaría en gran medida lo que sus oídos podían llegar a escuchar.
Lo que uno ve condiciona en gran medida lo que escucha.
Aunque nos consideremos expertos que tan solo necesitamos unos segundos para valorar si algo es lo que buscamos o no, estamos tremendamente condicionados por lo que nuestros ojos ven, llenos de prejuicios y de las limitaciones impuestas por nuestras creencias en relación a la manera en la que estereotipamos a las personas.
Esto explica por qué muchos estudios demuestran cómo las personas altas tienen más posibilidad de tener mejores sueldos, los guapos y guapas están mejor valorados, etc. Sin embargo una escucha verdadera de las capacidades de las personas y de sus talentos requiere que nos liberemos de los prejuicios y nos abramos a la escucha plena. Son demasiados los estímulos visuales a los que somos sometidos y que condicionan no solo la percepción de la valía de los demás sino que afectan en gran medida a nuestro propio autoconcepto y a la capacidad que percibimos en nosotros a la hora de creer que podemos alcanzar nuestros objetivos. Escuchar y escucharnos con los ojos cerrados puede ser un buen entrenamiento para eliminar los ruidos externos y llegar a conectar con el sonido verdadero.
Unknown





NOS FALTA EL SILENCIO  
(Escrito por Álvaro Merino)



“Pienso en positivo y creo firmemente que puedo continuar hasta el final. Mientras corro, en ningún caso puedo permitirme especular acerca de lo que ocurriría si…”



En el año 831 los monjes del monte Hiei en Japón, ya sabían que correr era una forma suprema de silencio.


Puede ser corriendo o de cualquier otra manera pero las personas necesitamos el silencio. Si los monjes de la secta Tendai corrían, lo hacían buscando el aprendizaje profundo que aporta el silencio como manera de regular los ritmos individuales de cada persona.

Cuando hay ruido no permitimos respetar nuestros ritmos para conocer, descubrir y profundizar en lo descubierto.

La cantidad de ruido es inversamente proporcional a la calidad del aprendizaje. Los aprendizajes más significativos son aquellos que se alimentan de la reflexión profunda en el momento en el que nos encontramos con nosotros mismos, lejos de los ruidos que nos distraen.

¿Estimulamos el silencio en los niños? ¿Buscamos entornos donde el silencio facilite su aprendizaje?

Para preguntarnos y cuestionarnos necesitamos gozar del silencio necesario. Sin embargo el ruido impide que podamos extraer las preguntas adecuadas que nos faciliten encontrar las respuestas que necesitamos.

Que bueno sería que a nuestros hijos, en lugar de preguntarles acerca de lo que han aprendido en la escuela, lo hiciéramos a propósito de las preguntas que han hecho en el aula y que les estimuláramos para hacerlas siempre que pudiesen.

Las preguntas nacen de la escucha profunda y esa escucha necesita silencio. Aún catalogamos de “raros” a quienes preguntan en un aula, cuando deberíamos pensar por qué esa pregunta no se me ocurrió a mi.

Podemos encontrar silencio cuando nos dedicamos tiempo a nosotros mismos, pero ¿cuánto tiempo lo hacemos al cabo del día?. Por eso salir a correr, practicar cualquier actividad con más o menos intensidad que nos permita conectarnos con nosotros mismos es clave para sentir que somos nosotros quienes marcamos nuestros ritmos.

Si no los marcamos nosotros serán otros los que nos los marquen. Si no reclamamos nuestros silencios así como nuestros espacios individuales y no compartidos será muy complicado estar en disposición de regalar esos espacios a otras personas y no llenar de ruido sus vidas.

Reivindicar nuestro silencio es un acto de generosidad para lo más valioso que tenemos: a nosotros mismo.



ULTIMA REFLEXIÓN CAMPAMENTO 

(Por Lucas Guillén)



Vinimos sin saber muy bien como iba a ser esto. Expectantes arrancamos el campamento.



Nos organizamos, nos numeramos y nos metimos en dinámica. Monitores y acampados fuimos cogiendo ritmo, ritmo a base de juegos y canciones, ritmo a base de experiencias y cambios. Esto era distinto.



También nos acostumbramos a andar, a marchar, a inspeccionar. Nos echamos a la aventura y encontramos el anhelado Pilón. Hicimos del enfado y la antipatía de un Señor cascarrabias la broma más graciosa y repetida del campamento. SOMOS ASÍ.



Superamos las tijeretas y ahora hasta las tenemos cariño, hemos encontrado que los bichos tienen su encanto. Pepe Lui y su familia nos han acompañado todos estos días. Grillos, grillos verdes, hormigas gigantes, helicópteros y toda clase de animalillos han sido parte también de la vivencia.



Tras la primera marcha al pueblo nos curamos de la protestitis y le cogimos el gusto a esto de andar y superarnos. Como diría el P. Amo apretamos los dientes y a por ello. Luego la sensación de satisfacción es grande y bonita. Se me pone la piel de gallina cuando recuerdo el momento en el que os oí cantar llegando del pueblo, mire a Beto, y dije, "no puede ser...ya están aquí...si les tiene que quedar una hora todavía". SIN PALABRAS



Gymkanas y juegos en equipo de todo tipo han llenado nuestros de días de diversión y crecimiento. Somos unas máquinas en esto de jugar y saber competir.



Llegó el día de la gran excursión; incertidumbre y preparativos. Mochilas al hombro y a coronar antenas y castillos, a dormir al raso y a sentir el techo alto, muy alto. No nos pisaron las vacas, no nos atacaron los lobos, no nos atropelló ningún coche...Y todo ello por culpa de unas guardias ejemplares, dignas de la mejor legión romana. GRAN DEMOSTRACIÓN DE COMPROMISO, RESPONSABILIDAD Y TRABAJO EN EQUIPO. UNA VEZ MÁS; ENHORABUENA.



Carteles para las cabañas, malabares, camisetas y cuadernillos también nos hicieron sentarnos a trabajar la imaginación y la paciencia.



Hemos cambiado la lavadora por un Pilón y unas cuerdas de pita. Prefiero las duchas cantando con la gente, prefiero mi cabaña llena de compañeros, cambio mi nevera por ensalada y risas. Quien quiere tele teniendo veladas nocturnas, quien quiera Ipad teniendo canciones. Quien necesita nada teniendo actitud.



Mientras en Madrid se asan de calor aquí pasamos frío viendo estrellas, esto es otra historia, una historia que nos pertenece, una historia que nosotros hemos creado, y nosotros somos sus protagonistas.



Por mi parte poco más, creo que hemos dado mucho para que se consiguieran nuestros objetivos: DISFRUTAR, HACERLO JUNTOS E IRNOS UN POCO DISTINTOS DE CUANDO VINIMOS.

Que cada uno sienta la experiencia a su manera, esta es mi última reflexión y he de deciros que nunca olvidaré este campamento y a sus participantes. Gracias por hacerlo posible. Nunca pensé que se podría llegar a apreciar tanto a un grupo.



Monitores, acampados; lo digo con el corazón: 
NO SOIS GRANDES, SOIS MUY GRANDES.



Os quiere, 



Vuestro coordinador.




¿TE SIENTES ÚTIL? 
(De nuestro amigo Á. Merino)


“La buena suerte se produce cuando la preparación se encuentra con la oportunidad” (Alex Rovira y Fernando Trias de Bes)



A veces inculcamos la cultura del éxito en las personas con las que trabajamos o educamos y quizá sea más interesante educarles en la cultura de la valía y la utilidad.


El hecho de ser feliz poco o nada tiene que ver con tener éxito tal y como la sociedad nos lo presenta. Sin embargo, la sensación de utilidad nos aterriza mucho el concepto de la felicidad. La sensación de felicidad siempre está relacionada con la percepción de que lo que estamos haciendo o estamos viviendo es útil en nuestras vidas.

La presión que generamos por el hecho de tener éxito nos lleva a muchas frustraciones y traumas cuando ese éxito se aleja de nuestra capacidad. Sin embargo, educar en la utilidad que todo ser humano posee, es una llamada a la búsqueda interior de aquello que nos hace ser valiosos en los contextos en los que nos movemos. La utilidad y la valía sólo se descubren en el proceso de extraer desde dentro de uno mismo aquellos recursos que poseemos pero que aún nos son desconocidos.

Además, el éxito puede ser un concepto individual que puede alejarse de la conciencia social. Cuando con todo éxito que nos aleja del contacto con los demás, que nos aísla de las realidades que vivimos. Por el contrario la utilidad está íntimamente ligada a lo colectivo. ¿Recuerdas en que momentos te has sentido realmente útil? ¿Qué estado anímico acompaña la sensación de utilidad?. La utilidad nos conecta con las necesidades de los otros, con la generosidad imprescindible de quien desea influir en su entorno.

Quien no se siente útil y valioso difícilmente experimentará sensaciones de plenitud.




FRASES CÉLEBRES DEL CAMPAMENTO 2013

(Recopiladas por Alexín)



¡Abránse! ¡Cerránse!

¿Sus habéis enterao?

Era para ver si estabais atentos
¿Estamos todas?
¿Eres tonto, o en tu país no hay palos?
Cappullo
¿Qué significa inanimado?
Numeráos
¿Quién es el 18?
AAAAÚUUUA
Vamo a bailar sevillans ole ole
Caaaallate
¡Que vienen los japos!
Si nos metemos en ese pilón, los huevos se nos van a hacer canicas
Ensalada
Shocolare
¡Vamos que racha!
Quercus pyrenaica/ Pepe Luiii
¡Lacayos!
¿Es verdad eso?
Es la cosa más bonita que me han dicho en todo el día....
La de Monster
La de verde
¡Viva el follón!
King kong King kong/ meli fa/ Clavelitos/ Naninonino nino nino nino niiiiiiiiii....porompomopon y otras muchas canciones
A donde vamos a llegar si Lucas ataja un poco.....
¡E PULL DESTRING I NEVER WHEN DEN RAI!


Y...por supuesto:
¡A toma po culo daqui! (by El auténtico Tío la Vara) 






No hay comentarios:

Publicar un comentario